RAMAL SIN RIELES

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Un silbato suena en el andén.

Soy el pasajero sin boleto.

El Operador de Estación, encoge sus hombros, regalando su sonrisa bonachona. Habitual.

No hay tiempo para cordiales evasivas ni intercambio de palabras, el estribillo oficial es siempre predecible:

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PROHIBIDO SUBIR (por orden superior).

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- ¡Últimos pasajeros... Aaaabordar... el ferrocarril se vaaa!
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Obvio. Soy viajante con metralla para las indecorosas y solapadas mezquindades. Oculta bajo el brazo izquierdo va mi peligrosa carga. En humilde envoltorio y bien amarrada:

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“DERECHOS HUMANOS"
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- Un silbato suena: ¡se va el tren!Con sus pasajeros ya se fue.
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Permanece mi silueta en el despoblado terraplén.

No hay tristeza alguna en las palabras. Sólo es decepción y esperanza renovada:

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Algún día en ese lugar... consecuente e indefectiblemente, se abrirán las grandes huallerías culturales, posarán sin miedo sus aves y fluirán libres rumbo al mar... esas aguas estancadas.
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En tanto espero una sociedad mejor, caminaré por aquel ramal sin vagones, clavos ni durmientes. Es el Ramal sin Rieles... por el que voy.
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Texto y Fotografía © Julio Cabezas G.

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