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BOSQUEJO HISTÓRICO DE LA POESÍA CHILENA
Adolfo Valderrama, Impr. Chilena, 1866
Procedencia del original: Universidad de Michigan
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CUARTA PARTE
POESÍA POPULAR
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En medio de las angustias del trabajador, en medio de su vida penosa i solitaria, él ha encontrado en todas las épocas un rato de tranquilidad para penetrar en sí mismo i hacer brotar de su alma uno de esos gritos interiores que producen un consuelo tan grande i tan necesario. En uno de esos momentos sublimes, impulso primitivo denosce te ipsum, nació el pallador chileno, personaje histórico de la mayor importancia, ruda manifestación de las fuerzas intelectuales de nuestra nacionalidad, elemento indispensable de la psicolojía de nuestra historia.
El pallador no es entre nosotros el minero, ni el roto de nuestras ciudades; es el roto agricultor es el huaso de nuestros campos, i no podia ser de otro modo; no se pasa la vida impunemente al pié de nuestras majestuosas cordilleras. El minero, que vive en el interior de las minas, i que contempla las riquezas que él no puede poseer, agria su carácter, se hace rencilloso i es en jeneral atrevido i luchador; se ejercita en el manejo del puñal, i es él quien ha inventado ese espectáculo bárbaro, esa lucha horrorosa que se llama la pulgada de sangre (1).
En ocasiones el padre contempla con las manos metidas en la faja los rápidos movimientos de su hijo, que hace relumbrar el cuchillo en su mano teniéndolo tomado siempre a una pulgada de distancia de su punta, i se enfada si vé que el jóven no es bastante diestro i se deja picar por su adversario; mas de una vez entónces el viejo minero, léjos de tomar la defensa de su hijo, saca el puñal i le da una leccion en presencia del círculo de compañeros que los mira entusiasmado. En vano el muchacho huye i trata de esquivar el golpe; el viejo lo persigue i lo pica lijeramente con la punta del puñal para estimular su ardor, irritándolo. Unas cuantas lecciones bastan; el hijo no volverá a avergonzar a su padre. ¿Cómo es posible encontrar poetas entre esta jente?
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(1) Los mineros del norte de la República se reúnen en circulo, i dos de entre ellos, que en muchas ocasiones son amigos, toman el puñal a una pulgada de la punta i se dan de puñaladas. Es una diversión en que se luce la destreza de los luchadores i que ellos llaman: la pulgada de sangre.
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El roto de nuestras ciudades es en jeneral perezoso i no trabaja sino cuando le obliga la necesidad; es aficionado a la lucha, pero muchísimo menos que el minero. Entre esta jente no se halla tampoco el pallador, si se encuentra alguno de ellos que cante, es un simple repetidor de lo que ha oido; él no compone, no es poeta.
El trabajador del sur de la República se ocupa principalmente de agricultura, es el pallador por excelencia. Lleva una vida apacible i tranquila; si tiene de vez en cuando rencillas con sus compañeros, no reniega jamas su condicion; sabe que es roto i saca el cuchillo; pero se le vé iracundo, terrible, sus ojos lanzan fuego, su rostro se pone pálido de emocion, i su acometida espanta; no hai en él esa horrorosa sangre fria del minero, que hace una diversion de las puñaladas i que se complace en verlas dar con aplomo i destreza. El huaso es un hombre que se cree superior al minero; es jeneroso i en el bodegon gasta para él i para sus amigos; tiene amor propio, le gusta saber i aplaude francamente la habilidad de un compañero suyo. Entre estos hombres nace el pallador, que siempre es respetado entre ellos, que nunca paga el licor que bebe, i que es el alma de la chingana.
Es preciso no confundir el pallador chileno con el pallador arjentino. El pallador arjentino tiene un carácter particular, es un poeta sentimental, un poco aéreo, un poco indefinido; el pallador chileno es un libre pensador, no hace jamas una composicion a un árbol, a una ave, no es amigo de abstracciones; canta la vida real, canta sus amores. Un niño de un año muere; el pallador chileno es de la fiesta; es preciso celebrar la muerte del anjelito, él le canta i le habla del cielo i le hace mil manifestaciones de respeto; sin embargo, nuestro bardo es incrédulo, va a la celebracion porque la vida es corta i es preciso no desperdiciar la ocasion de divertirse i de lucir su habilidad. Nuestros bardos populares tienen una fisonomía singular; van a oir misa, pero eso no quita que le hagan una décima burlesca al cura que la dice; son una mezcla estraña de credulidad i de escepticismo, que se esplica sin embargo. Nuestros rotos agricultores son amigos de las fórmulas, pero en el fondo se rien de todo, aun de lo mas santo; tienen un pirronismo desesperante. “Compadre, decia un pallador a un amigo suyo, a este cura maldito se le ha puesto en la cabeza darnos una corría de ejercicios; así es que la jarana la ejaremo pal dia que salgamo”. Mal modo de prepararse al arrepentimiento.
Los palladores tienen una literatura especial que vamos a tratar de esponer en pocas palabras. No conocen mas que tres clases de composiciones, que son la tonada, el corrido i la palla.
La tonada es una composicion siempre cantable, casi siempre triste, mui rara vez alegre, en que se trata de amor, de este sentimiento del cual nunca han podido reirse nuestros palladores.
El corrido es un pequeño cuento o poema del jénero descriptivo, en que se refieren las hazañas de un roto o se pintan las novedades del pueblo. .
La palla en fin es una composicion en cuartetas en que se pregunta i se responde; composicion eminentemente agresiva, siempre improvisada; lucha intelectual que tiene lugar entre dos palladores, i que hace la delicia de la chingana.
Los palladores dividen en fin sus composiciones en dos jéneros, que llaman a lo divino i a lo humano. Damos en el apéndice ejemplos de estas diversas clases de composicion.
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II
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La poesía popular ha existido en el pais desde el coloniaje, i aunque en todas épocas ha tenido poco mas o menos el mismo carácter, en la época de la colonia tuvo una inmensa boga en la jente del pueblo, entre la que habia improvisadores cuya memoria dura todavía. La historia del famoso torneo poético que tuvo lugar en el siglo pasado entre el indio Tagua o Taguao i don Javier de la Rosa, prueba de una manera incontestable el valor que daba el pueblo al talento poético en aquellos tiempos.
Era Tagua un indio jóven, enjuto, de color cobrizo, de poca barba i de aspecto sombrío; sus ojos negros i brillantes tenían algo de profundamente melancólico; la nariz era aguileña, el labio grueso, el pelo largo i cerdoso. Tenia poca talla, pero era fuerte i atrevido. He ahí como pinta a Tagua (a imajinacion del pallador de nuestra época. Era Taguá el mas hábil pallador que se conocia en el sur de Chile, i en donde quiera que penetrase el bardo famoso, el pueblo le respetaba i le aplaudia. Por largo tiempo pasó Taguá siendo la admiracion de cuantos le conocían i haciendo las delicias de las chinganas que honraba con su presencia. Entretanto, un hombre salido de una familia honorable pero pobre, viéndose sin fortuna i teniendo probablemente bellas disposiciones para ser un calavera, entró en el pueblo i se hizo pallador, alcanzando una fama que no dejó de alarmar a los admiradores de Taguá: ese hombre era don Javier de la Rosa. Los dos poetas estuvieron mucho tiempo sin conocerse mas que de fama, i aunque sus partidarios los impulsaban a que se juntasen un dia con el fin de saber cuál era mas fuerte improvisador, ninguno de los dos bardos quería tomar la iniciativa por temor de comprometer su dignidad, poniendo a prueba una habilidad que cada uno por su lado consideraba incuestionable. La casualidad hizo que los dos bardos se encontrasen sin pensarlo en la fiesta de San Juan, que se celebraba en un pueblecito del sur. Los rotos se dividieron tomando unos el partido del indio i otros el de don Javier de la Rosa. La chingana estaba llena de jente, que contemplaba con admiracion aquellos dos jigantes de la poesía popular; la palla principió al fin. Por largo tiempo los dos bardos estuvieron a la misma altura; los espectadores los animaban con frenéticos aplausos, i hubo un momento en que la mirada penetrante del indio parecía fascinar a su adversario; pero don Javier de la Rosa duplicaba su habilidad a medida que las horas pasaban, i el indio veia llegar la noche sin haber podido hacer callar a su intelijente competidor. Ya era mas de media noche, i Tagua se sentia fatigado al paso que su adversario estaba como si acabara de principiar la lucha; el indio se rindió al fin, i la muchedumbre dio la palma de la victoria a don Javier de la Rosa.
Solo algunos sinceros admiradores acompañaron a Tagua en su derrota; con ellos salió de la chingana i tomó el primer sendero que encontró. A una hora de camino del lugar de la lucha, sobre Una pequeña eminencia, el indio, que despues del torneo no habia pronunciado una sola palabra, pareció balbuciar, sus piernas se doblaron, i cayó en el suelo como un cadáver. Los que le acompañaban trataron de levantarlo, pero fué imposible. El indio se habia clavado el puñal en el corazon i estaba muerto.
Hé ahí como cuenta el pueblo esa famosa lucha en que el indio Taguá se confesó vencido por la primera vez, i en que habia de mostrar que no podia sobrevivir a tan humillante derrota. Esta leyenda singular es lo único que nos queda de la poesía popular de la época del coloniaje.
Es mas que probable que en la época de la independencia se revistiera la poesía popular de la influencia que necesariamente tuvo nuestra emancipacion en todo el pais, pero no hemos encontrado composiciones de aquella época, i nos vemos obligados a conjeturar solamente el jiro que debió tomar la poesía del pueblo.
En la época contemporánea la poesía popular reviste el carácter que ya hemos señalado de paso tratando de las diversas clases de composiciones que el pueblo tiene. Una de las cosas que mas llama la atencion en la poesía popular, es la espontaneidad i gracia innegables que posee; cualidades que parece imposible encontrar en la poesía de nuestros huasos. Cuando despues del trabajo del dia i miéntras el sol espira en occidente, el huaso clava las enormes espuelas en los hijares de su fatigado corcel i lo lanza en la carrera para estrellarlo al fin en la vara de la chingana, nadie creería ver en ese hombre otra cosa que un salvaje que se complace en mostrar su destreza para manejar el caballo. Sin embargo, nuestro huaso acaso no se acuerda que va con demasiada velocidad, i lo menos que se imajina es que haya persona que pueda admirarse de su incomparable habilidad. Ese hombre singular, que no tiene mas fortuna que su caballo, se transforma cuando ha echado pié a tierra i se halla en medio de sus amigos; es noble, jeneroso, espiritual; no sabe beber solo, paga por sus camaradas, a quienes trata con una brusca franqueza, i es capaz de abrigar elevados sentimientos. [Vuestros huasos tiene una tendencia mui notable a hablar en lenguaje figurado i lo hacen a veces con gran destreza; son ladinos, i no es difícil hallar entre ellos algunos de una mordacidad desesperante. Entre ellos se encuentra el pallador. El pallador de la época contemporánea es un personaje de mucha importancia entre la jente del pueblo; suele tocar la guitarra e improvisa tonadas para que se vea sn destreza, o canta samacuecas en que se puede admirar su malignidad. Véase, como comprobante de lo que decimos, la siguiente estrofa de una samacueca cantada con toda la burlesca formalidad del roto improvisador. Se decia en el rancho que la niña que había salido a bailar era hija del patron de la hacienda; hé aquí con que gracia lo dice el roto que canta la samacueca:
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"No me le ande po el lomo
A esa muchacha,
Que si el patron lo sabe
Lo escalabra;
Lo escalabra sí
Lo escalabra,
Que no se hizo pal pobre
La fuente e plata."
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Pero cuando el pallador es inimitable es cuando se encuentra en presencia de su querida silencioso \ melancólico. A su habitual alegría sucede entónces una singular tristeza; se pone taciturno i no desplega sus lábios sino para exhalar algun suspiro, en el que va envuelto un profundo sentimiento de angustia. Si habla a otra persona que no sea su querida dirá indudablemente un desatino: pero si ella lo estimula, si le exije que muestre su corazon,- si le pide versos, dirá en muí mal castellano algo de profundamente sentido, i sobre todo dirá cosas llenas de orijinalidad en estrofas que solo el pallador puede hacer.
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III.
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La mas lijera ojeada sobre la poesía popular demuestra el poco caso que nuestro pueblo hace de la lengua; pero al mismo tiempo es facil reconocer en su poesía una espontaneidad i una gracia singulares. Se ve siempre falta de instruccion, completo desconocimiento del arte, pero es innegable que en medio de esos grandes defectos, en medio de la horrorosa violación de los mas sencillos preceptos del lenguaje, se encuentran pensamientos de una verdad que pasma, de una grande orijinalidad. Esto no es estraño; hai en nuestro pueblo un sentido práctico mui notable, un juicio mui recto; cualidades que no pueden ménos de hacerle ver lo que observa bajo su verdadero punto de vista.
.Adolfo Valderrama, Impr. Chilena, 1866
Procedencia del original: Universidad de Michigan
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CUARTA PARTE
POESÍA POPULAR
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En medio de las angustias del trabajador, en medio de su vida penosa i solitaria, él ha encontrado en todas las épocas un rato de tranquilidad para penetrar en sí mismo i hacer brotar de su alma uno de esos gritos interiores que producen un consuelo tan grande i tan necesario. En uno de esos momentos sublimes, impulso primitivo denosce te ipsum, nació el pallador chileno, personaje histórico de la mayor importancia, ruda manifestación de las fuerzas intelectuales de nuestra nacionalidad, elemento indispensable de la psicolojía de nuestra historia.
El pallador no es entre nosotros el minero, ni el roto de nuestras ciudades; es el roto agricultor es el huaso de nuestros campos, i no podia ser de otro modo; no se pasa la vida impunemente al pié de nuestras majestuosas cordilleras. El minero, que vive en el interior de las minas, i que contempla las riquezas que él no puede poseer, agria su carácter, se hace rencilloso i es en jeneral atrevido i luchador; se ejercita en el manejo del puñal, i es él quien ha inventado ese espectáculo bárbaro, esa lucha horrorosa que se llama la pulgada de sangre (1).
En ocasiones el padre contempla con las manos metidas en la faja los rápidos movimientos de su hijo, que hace relumbrar el cuchillo en su mano teniéndolo tomado siempre a una pulgada de distancia de su punta, i se enfada si vé que el jóven no es bastante diestro i se deja picar por su adversario; mas de una vez entónces el viejo minero, léjos de tomar la defensa de su hijo, saca el puñal i le da una leccion en presencia del círculo de compañeros que los mira entusiasmado. En vano el muchacho huye i trata de esquivar el golpe; el viejo lo persigue i lo pica lijeramente con la punta del puñal para estimular su ardor, irritándolo. Unas cuantas lecciones bastan; el hijo no volverá a avergonzar a su padre. ¿Cómo es posible encontrar poetas entre esta jente?
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(1) Los mineros del norte de la República se reúnen en circulo, i dos de entre ellos, que en muchas ocasiones son amigos, toman el puñal a una pulgada de la punta i se dan de puñaladas. Es una diversión en que se luce la destreza de los luchadores i que ellos llaman: la pulgada de sangre.
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El roto de nuestras ciudades es en jeneral perezoso i no trabaja sino cuando le obliga la necesidad; es aficionado a la lucha, pero muchísimo menos que el minero. Entre esta jente no se halla tampoco el pallador, si se encuentra alguno de ellos que cante, es un simple repetidor de lo que ha oido; él no compone, no es poeta.
El trabajador del sur de la República se ocupa principalmente de agricultura, es el pallador por excelencia. Lleva una vida apacible i tranquila; si tiene de vez en cuando rencillas con sus compañeros, no reniega jamas su condicion; sabe que es roto i saca el cuchillo; pero se le vé iracundo, terrible, sus ojos lanzan fuego, su rostro se pone pálido de emocion, i su acometida espanta; no hai en él esa horrorosa sangre fria del minero, que hace una diversion de las puñaladas i que se complace en verlas dar con aplomo i destreza. El huaso es un hombre que se cree superior al minero; es jeneroso i en el bodegon gasta para él i para sus amigos; tiene amor propio, le gusta saber i aplaude francamente la habilidad de un compañero suyo. Entre estos hombres nace el pallador, que siempre es respetado entre ellos, que nunca paga el licor que bebe, i que es el alma de la chingana.
Es preciso no confundir el pallador chileno con el pallador arjentino. El pallador arjentino tiene un carácter particular, es un poeta sentimental, un poco aéreo, un poco indefinido; el pallador chileno es un libre pensador, no hace jamas una composicion a un árbol, a una ave, no es amigo de abstracciones; canta la vida real, canta sus amores. Un niño de un año muere; el pallador chileno es de la fiesta; es preciso celebrar la muerte del anjelito, él le canta i le habla del cielo i le hace mil manifestaciones de respeto; sin embargo, nuestro bardo es incrédulo, va a la celebracion porque la vida es corta i es preciso no desperdiciar la ocasion de divertirse i de lucir su habilidad. Nuestros bardos populares tienen una fisonomía singular; van a oir misa, pero eso no quita que le hagan una décima burlesca al cura que la dice; son una mezcla estraña de credulidad i de escepticismo, que se esplica sin embargo. Nuestros rotos agricultores son amigos de las fórmulas, pero en el fondo se rien de todo, aun de lo mas santo; tienen un pirronismo desesperante. “Compadre, decia un pallador a un amigo suyo, a este cura maldito se le ha puesto en la cabeza darnos una corría de ejercicios; así es que la jarana la ejaremo pal dia que salgamo”. Mal modo de prepararse al arrepentimiento.
Los palladores tienen una literatura especial que vamos a tratar de esponer en pocas palabras. No conocen mas que tres clases de composiciones, que son la tonada, el corrido i la palla.
La tonada es una composicion siempre cantable, casi siempre triste, mui rara vez alegre, en que se trata de amor, de este sentimiento del cual nunca han podido reirse nuestros palladores.
El corrido es un pequeño cuento o poema del jénero descriptivo, en que se refieren las hazañas de un roto o se pintan las novedades del pueblo. .
La palla en fin es una composicion en cuartetas en que se pregunta i se responde; composicion eminentemente agresiva, siempre improvisada; lucha intelectual que tiene lugar entre dos palladores, i que hace la delicia de la chingana.
Los palladores dividen en fin sus composiciones en dos jéneros, que llaman a lo divino i a lo humano. Damos en el apéndice ejemplos de estas diversas clases de composicion.
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II
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La poesía popular ha existido en el pais desde el coloniaje, i aunque en todas épocas ha tenido poco mas o menos el mismo carácter, en la época de la colonia tuvo una inmensa boga en la jente del pueblo, entre la que habia improvisadores cuya memoria dura todavía. La historia del famoso torneo poético que tuvo lugar en el siglo pasado entre el indio Tagua o Taguao i don Javier de la Rosa, prueba de una manera incontestable el valor que daba el pueblo al talento poético en aquellos tiempos.
Era Tagua un indio jóven, enjuto, de color cobrizo, de poca barba i de aspecto sombrío; sus ojos negros i brillantes tenían algo de profundamente melancólico; la nariz era aguileña, el labio grueso, el pelo largo i cerdoso. Tenia poca talla, pero era fuerte i atrevido. He ahí como pinta a Tagua (a imajinacion del pallador de nuestra época. Era Taguá el mas hábil pallador que se conocia en el sur de Chile, i en donde quiera que penetrase el bardo famoso, el pueblo le respetaba i le aplaudia. Por largo tiempo pasó Taguá siendo la admiracion de cuantos le conocían i haciendo las delicias de las chinganas que honraba con su presencia. Entretanto, un hombre salido de una familia honorable pero pobre, viéndose sin fortuna i teniendo probablemente bellas disposiciones para ser un calavera, entró en el pueblo i se hizo pallador, alcanzando una fama que no dejó de alarmar a los admiradores de Taguá: ese hombre era don Javier de la Rosa. Los dos poetas estuvieron mucho tiempo sin conocerse mas que de fama, i aunque sus partidarios los impulsaban a que se juntasen un dia con el fin de saber cuál era mas fuerte improvisador, ninguno de los dos bardos quería tomar la iniciativa por temor de comprometer su dignidad, poniendo a prueba una habilidad que cada uno por su lado consideraba incuestionable. La casualidad hizo que los dos bardos se encontrasen sin pensarlo en la fiesta de San Juan, que se celebraba en un pueblecito del sur. Los rotos se dividieron tomando unos el partido del indio i otros el de don Javier de la Rosa. La chingana estaba llena de jente, que contemplaba con admiracion aquellos dos jigantes de la poesía popular; la palla principió al fin. Por largo tiempo los dos bardos estuvieron a la misma altura; los espectadores los animaban con frenéticos aplausos, i hubo un momento en que la mirada penetrante del indio parecía fascinar a su adversario; pero don Javier de la Rosa duplicaba su habilidad a medida que las horas pasaban, i el indio veia llegar la noche sin haber podido hacer callar a su intelijente competidor. Ya era mas de media noche, i Tagua se sentia fatigado al paso que su adversario estaba como si acabara de principiar la lucha; el indio se rindió al fin, i la muchedumbre dio la palma de la victoria a don Javier de la Rosa.
Solo algunos sinceros admiradores acompañaron a Tagua en su derrota; con ellos salió de la chingana i tomó el primer sendero que encontró. A una hora de camino del lugar de la lucha, sobre Una pequeña eminencia, el indio, que despues del torneo no habia pronunciado una sola palabra, pareció balbuciar, sus piernas se doblaron, i cayó en el suelo como un cadáver. Los que le acompañaban trataron de levantarlo, pero fué imposible. El indio se habia clavado el puñal en el corazon i estaba muerto.
Hé ahí como cuenta el pueblo esa famosa lucha en que el indio Taguá se confesó vencido por la primera vez, i en que habia de mostrar que no podia sobrevivir a tan humillante derrota. Esta leyenda singular es lo único que nos queda de la poesía popular de la época del coloniaje.
Es mas que probable que en la época de la independencia se revistiera la poesía popular de la influencia que necesariamente tuvo nuestra emancipacion en todo el pais, pero no hemos encontrado composiciones de aquella época, i nos vemos obligados a conjeturar solamente el jiro que debió tomar la poesía del pueblo.
En la época contemporánea la poesía popular reviste el carácter que ya hemos señalado de paso tratando de las diversas clases de composiciones que el pueblo tiene. Una de las cosas que mas llama la atencion en la poesía popular, es la espontaneidad i gracia innegables que posee; cualidades que parece imposible encontrar en la poesía de nuestros huasos. Cuando despues del trabajo del dia i miéntras el sol espira en occidente, el huaso clava las enormes espuelas en los hijares de su fatigado corcel i lo lanza en la carrera para estrellarlo al fin en la vara de la chingana, nadie creería ver en ese hombre otra cosa que un salvaje que se complace en mostrar su destreza para manejar el caballo. Sin embargo, nuestro huaso acaso no se acuerda que va con demasiada velocidad, i lo menos que se imajina es que haya persona que pueda admirarse de su incomparable habilidad. Ese hombre singular, que no tiene mas fortuna que su caballo, se transforma cuando ha echado pié a tierra i se halla en medio de sus amigos; es noble, jeneroso, espiritual; no sabe beber solo, paga por sus camaradas, a quienes trata con una brusca franqueza, i es capaz de abrigar elevados sentimientos. [Vuestros huasos tiene una tendencia mui notable a hablar en lenguaje figurado i lo hacen a veces con gran destreza; son ladinos, i no es difícil hallar entre ellos algunos de una mordacidad desesperante. Entre ellos se encuentra el pallador. El pallador de la época contemporánea es un personaje de mucha importancia entre la jente del pueblo; suele tocar la guitarra e improvisa tonadas para que se vea sn destreza, o canta samacuecas en que se puede admirar su malignidad. Véase, como comprobante de lo que decimos, la siguiente estrofa de una samacueca cantada con toda la burlesca formalidad del roto improvisador. Se decia en el rancho que la niña que había salido a bailar era hija del patron de la hacienda; hé aquí con que gracia lo dice el roto que canta la samacueca:
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"No me le ande po el lomo
A esa muchacha,
Que si el patron lo sabe
Lo escalabra;
Lo escalabra sí
Lo escalabra,
Que no se hizo pal pobre
La fuente e plata."
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Pero cuando el pallador es inimitable es cuando se encuentra en presencia de su querida silencioso \ melancólico. A su habitual alegría sucede entónces una singular tristeza; se pone taciturno i no desplega sus lábios sino para exhalar algun suspiro, en el que va envuelto un profundo sentimiento de angustia. Si habla a otra persona que no sea su querida dirá indudablemente un desatino: pero si ella lo estimula, si le exije que muestre su corazon,- si le pide versos, dirá en muí mal castellano algo de profundamente sentido, i sobre todo dirá cosas llenas de orijinalidad en estrofas que solo el pallador puede hacer.
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III.
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La mas lijera ojeada sobre la poesía popular demuestra el poco caso que nuestro pueblo hace de la lengua; pero al mismo tiempo es facil reconocer en su poesía una espontaneidad i una gracia singulares. Se ve siempre falta de instruccion, completo desconocimiento del arte, pero es innegable que en medio de esos grandes defectos, en medio de la horrorosa violación de los mas sencillos preceptos del lenguaje, se encuentran pensamientos de una verdad que pasma, de una grande orijinalidad. Esto no es estraño; hai en nuestro pueblo un sentido práctico mui notable, un juicio mui recto; cualidades que no pueden ménos de hacerle ver lo que observa bajo su verdadero punto de vista.
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