viernes, 9 de septiembre de 2011

MEMORIAS DEL COMPLEJO FORESTAL Y MADERERO PANGUIPULLI





“Neltume, grito de libertad donde el
bosque brota de los árboles caídos.”
Memorial a los detenidos desaparecidos y ejecutados políticos. Neltume.




MEMORIAS DEL COMPLEJO FORESTAL Y MADERERO PANGUIPULLI
Por Segundo A. Benavente Flandez
Edición y Fotografías: Julio Cabezas G.



En la precordillera de la décima Región, ahora Región de los Ríos, al norte de Valdivia y este de Panguipulli, se encuentra una gigantesca superficie de terrenos y bosques; se calculaba más o menos en un millón de hectáreas. La riqueza de esta zona era sin límites, había maderas finas como raulí, alerce, coihue, tepa, laurel, canelo; todas nativas.



Los propietarios antes de 1970, explotaban a los obreros madereros, que vivían en condiciones infrahumanas con salarios que nunca vieron.
Los amos y señores, sacaban las maderas en grandes barcazas, a través de los lagos Panguipulli y Riñihue. También, la madera se sacaba en camiones, a través de caminos de ripio muy malos que, debían transitar por la peligrosa Cuesta de los Añiques.
Todas estas maderas eran depositadas en la cancha Huellahue.

Desde Panguipulli a Lanco se construyó una red ferroviaria de cincuenta kilómetros, exclusiva para el madereo. Esto duro hasta los años setenta. Ahí empezaron las revueltas de trabajadores.
Los obreros campesinos y madereros, iniciaron la toma de fundos con el propósito de hacer efectiva la expropiación de las tierras. Esto se inició en el gobierno de Eduardo Frei Montalva, pero se acentuó en el gobierno popular de Salvador Allende G.

Dieciocho predios fueron los que pasaron a manos de los trabajadores: “bien pagados por el Estado”. Se dividieron en cinco áreas. Por la cordillera al norte de Panguipulli estaba el área número uno, compuesta por el Predio Trafún, Paimún y Carranco. En el área número dos integraba los Predios de Pirehueico, Neltume, Pilmaiquen y Huilo Huilo. En el área número tres, estaban los predios de la rivera del lago Panguipulli, Releco, Puñir, Toledo y Paillahuinte. El área número cuatro se componía por los Predios de Quechumalal, Chan Chan, Enco y Mae. En el sur de ésta zona, estaban los Predios de Arquilhue, Maihue y Carrán.

Todos estos predios formaron una empresa, llamada “Complejo Forestal y Maderero Panguipulli Limitada”, con el 95 % de las acciones de CORFO (Corporación de Fomento) y el 5 % de la Maderera Pilpilco; ésta era Estatal.
La Empresa contaba con 3.600 trabajadores y la Administración Central se encontraba en las oficinas de Huilo Huilo. El Director Ejecutivo era Rodrigo Undurraga Cruzat, ingeniero forestal. Después, seguía el Consejo de Administración, formado por cinco personas: dos consejeros de gobierno, Osvaldo Alvarado (PS) y Germán Martínez (PC) y tres consejeros que elegían trabajadores por listas de partidos políticos. Además, cada predio tenía un jefe, elegido por los trabajadores y un administrativo.

El transporte terrestre, estaba compuesto por una flota de camiones de variadas marcas y Jeep rumanos. En el transporte lacustre: vapores, barcazas y una lancha rápida para las urgencias. Por aire, prestaba servicios un avión privado que, trabajaba para la empresa en caso de urgencias extremas.

Las comunicaciones funcionaban con radiotransmisores y “Código Q”, aparatos iguales a los usados por Carabineros y militares norteamericanos. Estos servían para mantener contacto con los predios y, al exterior con Panguipulli, Valdivia, Concepción y Santiago. También, el ingeniero Rojas, estaba instalando una red interna de teléfono sin hilo para toda la empresa. Funcionaba de Choshuenco a Panguipulli.


¿Cómo se movía todo el trabajo del complejo maderero?
Con locomóviles y energía eléctrica, derivada de plantas instaladas en caídas de agua. Además, se contaba con grupos electrógenos.
Toda la infraestructura que montó la empresa, sirvió para producir en cada temporada, aproximadamente sesenta mil pulgadas de madera por predio. En los años posteriores al Golpe Militar la producción no alcanzaba a las treinta mil pulgadas.
Pero, no sólo se producía madera, también la agricultura era importante. En el año 1972, únicamente en el predio de Arquilhue, se cosecharon ocho mil quintales de trigo y nueve mil de avena. Por último, había producción de leche, miel y cría de ganado vacuno.
Todo esto sirvió para elevar el nivel de vida de los trabajadores madereros, agrícolas.

La sociedad de esta zona, alejada de los centros urbanos, comienza a conocer las radios, parecía un sueño hecho realidad. Había niños que no conocían el tren, pero el desarrollo social se iba imponiendo y cada Predio tenía su propia escuela.
De vez en cuando, venía Chile Film a proyectar sus películas. Eso era espectacular, fiesta, alegría y ¿susto? para la gente de campo que nunca había visto Cine.
Todo, todo era un milagro, inalcanzable en épocas pasadas.

Toda la belleza de esta región, con sus lagos como el Pirehueico, Panguipulli, Pullinque, Calafquén, Pellaifa, Neltume, Riñihue, Maihue y las cascadas del Huilo Huilo; muestra la armonía del bienestar social, formando un paisaje de gente feliz. Por esta razón, los compañeros, salieron a defender sus logros, con todo lo que tenían. El miedo de revivir un pasado de explotación y humillaciones, se hacía presente. Así, la rebeldía sin control se apodera de los obreros, todo era impotencia que envolvía las mentes de hombre y mujeres.
Sin duda, hablo del Golpe Militar. Esto pasó más o menos así:

La mañana del 11 de septiembre de 1973, junto a René Seguel, administrativo del Predio Chan Chan, abordé la “Creff Craf”, lancha rápida a Panguipull, con destino final Lanco. Nuestro viaje tenía la misión de conseguir un camión de vino para el predio, pensando que cada familia, contaría con una garrafa de cinco litros para Fiestas Patrias. Pero, cuando vimos a Carabineros tomando el control de la bomba bencinera, nos pusimos desconfiados.



Cuando llegamos a la Bodega Central del Complejo en Panguipulli, nuestro pensamiento se confirma. Las secretarias llorando nos dijeron: “hay golpe de estado”. Fue la última vez que vi a Juanita Cofré Catril.

Los planes cambiaron en un abrir y cerrar de ojos. En el patio de la Bodega Central, se encontraban dos camiones cargados con salitre, entonces, le dije a mi compañero René: ¿y si descargamos los dos camiones y llevamos harina cruda?
“Puede ser”, respondió.

De inmediato, fui hablar con los cargadores y les informé mis intenciones.
“Ningún problema compañero”, fue la respuesta que recibí.

Posteriormente, me dirigí a hablar con el jefe de la Bodega Central Panguipulli, Hernán Jaramillo, un militar jubilado.
Al llegar, le expresé mi intención y me respondió: “Señor Benavente –dejé de ser el compañero– sólo recibo ordenes de los Consejeros”. Subí, entonces, rápidamente por la escalera de caracol, al lugar donde estaba Orlando Ampuero, el radio operador, con el tenía toda la confianza, porque éramos compañeros de partido y habíamos compartido parte del liceo juntos.

“Cheno, está prohibido salir al aire”, me dijo Orlando. Igual tomé el micrófono, porque el mensaje debía ser urgentísimo para el Consejero de Gobierno, Osvaldo Alvarado.

El radiograma fue así:

ATENTO HUILO HUILO, PANGUIPULLI LLAMA.
QSL PANGUIPULLI.
MARCELITA ¿ESTA OSVALDO ALVARADO AHÍ?
QSL.
RADIOGRAMA QSL
DE CHENO BENAVENTE.
A: OSVALDO ALVARADO.

TEXTO QSL:

NECESITO DE FORMA URGENTE DOS PUNTOS
UNA ORDEN DE FORMA INMEDIATA DE TU PARTE COMA
DESCARGAR DOS CAMIONES CON SALITRE Y CARGARLOS CON HARINA QSL PUNTO
DIRIGIR RADIOGRAMA A HERNAN JARAMILLO DE FORMA INMEDIATA QSL PUNTO
NOS VAMOS EN LANCHA RAPIDA PARA ADENTRO QSL PUNTO Y FUERA

Mientras esperábamos, el radiograma llega a los pocos minutos. Desde Puerto Montt nos respondieron los militares:

“EL TRASMISOR QUE ESTA EMITIENDO, DEBE DEJAR DE SALIR AL AIRE DE FORMA INMEDIATA, DE OTRO MODO, TENDRÁN QUE ATENERSE A LAS CONSECUENCIAS”

Regresamos al Puerto de Panguipulli. La lancha rápida nos estaba esperando.
Un grupo de militantes del MIR, nos solicitó que los lleváramos “para adentro”, querían decir hacia la Cordillera. Los marinos se negaron y ordenaron: “solamente embarcan los que llegaron”. Querían decir que sólo tres: René, su primo que pilotaba la lancha y yo.

Llegamos a Chan Chan al mediodía.
Los compañeros, habían sacado un gran letrero donde aparecía dibujado el Chicho –“Presidente legítimo de Chile”– y lo arrojaron al lago. Además, quemaron documentos y libros, los más importantes fueron enterrados en alguna parte (ya estarán podridos).

Por la tarde, nos reunimos con los compañeros del Partido Socialista, que tenían algún tipo de preparación en las manifestaciones callejeras.
Las informaciones eran confusas.
Se decidió que los radio transmisores estuvieran en alerta.
Ingenuamente, nos nombramos Águila Uno, Águila Dos, Tres, Cuatro, Ocho y Seis. Eso, estaba controlado por militares y conocían las voces de todos los radio operadores.
Esa noche las radios funcionaron hasta las tres de la madrugada, cada una hora nos dábamos un QSL, es decir, un acuse de recibo.
No teníamos noticia alguna de las grandes ciudades y, esperábamos que algún general patriota, se levantase en armas para defender la democracia. Pero no fue así.

En esa estrellada y triste noche, regresé a mi casa con un inmenso dolor, sabiendo que habíamos perdido lo que tantos años y sacrificios nos costó. Me fumé un cigarrillo, mientras, pensaba en la feroz represión que vendría (y así fue...)
Me acosté, estaba agotado, pero no podía dormir.
Aquella noche, desfilaron por mi mente: la vida de militante, nuestro compromiso, los campesinos y obreros, la compañera que nos servía café y las actividades que realizábamos.
Mientras, en el velador sonaba el tic, tac del reloj, yo seguía soñando con la resistencia.

Eran exactamente las cuatro y media de la madrugada del 12 de septiembre cuando, sorpresivamente, suenan las campanas del predio. Era la alarma que, llamaba a los compañeros a prepararse para la lucha. Pensé que esto no era posible, ya que estuve hasta las tres y no pasaba nada: y el mejor informado era yo. ¡Qué raro!
Inmediatamente, me encaminé al Taller Central del Complejo. Allí, se habían reunido unos doscientos compañeros, armados con pistolas, escopetas, palos, murreros, etc. Estaban descontrolados.

Cuando me dirigí a ellos y les dije “no hay que hacer locuras, porque no había resistencia en ninguna parte”, recibí un montón de insultos. Al mismo tiempo, me tildaron de contra revolucionario y traidor. Luego, se dirigieron a protestar al retén de Choshuenco, como una forma de resistencia –que no tenía fundamento–. Los compañeros, pensaron que era un juego.
Cuando caminábamos en la cumbre de la montaña, después del mal llamado “asalto al retén”, sorpresivamente aparecen dos helicópteros militares, con dirección a Neltume. Habían equivocado las coordenadas y aterrizaron en Choshuenco.
No quedó nadie en el camino, todos desaparecieron.

El resultado de los peritajes al Retén de Carabineros, no arrojó impactos de bala, no hubo incendio ni daños de importancia, menos aún muertos o heridos. Sin embargo, en acatamiento a la sentencia del Consejo de Guerra de Valdivia, el 3 de octubre de 1973, fusilan en esa misma ciudad a doce compañeros del Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR). Entre ellos se ejecutó a José Gregorio Liendo, más conocido como “El Comandante Pepe”. A todos se les acusaba de asaltar el Retén de Carabineros de Neltume.



La gente no entendía lo que era un Estado de Sitio, o un estado de guerra. Cuando se inician las torturas y se sabe de los primeros muertos, la población se aterrorizó.
En Liquiñe, se abrió un Campo de Concentración en el cual se torturó. Además, según los rumores, fueron fusilados compañeros, en su gran mayoría de origen mapuche. Lo mismo ocurrió en Chihuio, allí hicieron desaparecer a diecisiete compañeros; entre ellos a Narciso García, consejero del PS y un amigo de los mejores.

EL “COMPLEJO FORESTAL Y MADERERO PANGUIPULLI LIMITADA”, ERA EL MAS GRANDE DE CHILE. Aquí se practicó la DOCTRINA DE SEGURIDAD NACIONAL y se ensañaron con la gente humilde y desarmada. La leyenda del Complejo, sirvió para poner en práctica sus métodos macabros.
Con el tiempo, aparecerían todas las osamentas y gracias a la Corporación CODEPU, se descubrió y enjuició a los culpables de la masacre de mis compañeros: todos militares de Valdivia y Santiago.

Catorce años después de recuperada la democracia, en diciembre de 2004, Investigaciones de Chile, detectó mi entrada al país. Los detectives viajaron a buscarme en Lanco, pero yo no me encontraba en mi pueblo natal. Finalmente, me ubicaron en Los Lagos.
Se me citaba para declarar por el suceso del retén, ocurrido en septiembre de 1973. Se había incoado un proceso al General Pinochet y, el juez Juan Guzmán, investigaba el caso “Caravana de la Muerte” y las consecuencias de su paso por Neltume.
Viajé a Santiago y declaré.

Se me preguntó cómo habían ocurrido los hechos del asalto al Retén. “MI RESPUESTA FUE SIMPLE”:

“Eso fue un juego de niños, no hubo muertos por ningún bando, lo que demuestra que los asaltantes, no tenían armamento de combate, sólo armas cortas para defenderse del puma.
Y por esta rebeldía de campesinos humildes, se inició una represión feroz: fusilaron, torturaron y humillaron cortándoles el pelo a los jóvenes y haciendo pedazos los pantalones a las mujeres..."

Estuve trabajando en la cordillera Chan Chan, hasta dos meses después del Golpe Militar. Mi detención se produjo el martes 13 de noviembre de 1973 y me condenaron injustamente a tres años de cárcel, sin derecho a un abogado, solo el de turno que poco valía. Con razón o sin razón, daba lo mismo y todo era igual.

Mi única satisfacción, fue haber declarado en contra del general. Pero en mi no había venganza y eso es, justamente, lo que marca la diferencia.


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Segundo A. Benavente Flandez, autor de este relato salido de la memoria, vive actualmente en Luxemburgo.



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo recuerdo que cuando era apenas un niño teníamos vivía cerca de un complejo foresta, cuánta tranquilidad, me gusta a mí la tranquilidad. Ahora con la tecnología se vuelve uno más ansioso. Desde que me dijeron que se puede el whatsapp descargar gratis yo me la paso chateando.

Alvaro M. Cortez Ulbrich dijo...

Un abrazo... Mi nombre es Alvaro Cortez Ulbrich. Mi papá era el contador general del complejo entre los años 1971 y 1973... yo tenía siete años. viviamos por esos dias en Valdivia siendo Santiaguinos. Mi papá se iba por seis meses.... y habían periodos en que nada se sabía de él. Despues del golpe, por una radio adicta a la dictadura se informó que habían bombardeado el complejo. Desesperada y embarazada de siete meses mi madre fue sola rumbo a la cordillera. Frio, angustias, malos tratos. Hasta que llegó al emplazamiento.... soledad por todos lados.No se si Dios es el responsable pero, eran mentiras... ahí estaba mi padre tras un escritorio, con sus lentes. Abrazo a mi madre y se vinieron a Valdivia. Cariños y... mucho amor.

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